Para nacer (pongamos que he nacido)
necesite de un bosque ya poblado
una cabaña fría, un leñero vencido
pantalones de lana y pan tostado.
Necesite mirar por la ventana
Saber de los cristales por el ruido
Que hacia un colibrí que rebotaba
Pensando que mi nido era su nido.
Aprendí del silencio, por el frio
Si la chispa moría en humedades
Y ningún crepitar amanecía
Arrastrando el calor y sus bondades.
Pero supe también de la alborada
De la vida poeta y mal rimada
De mis sueños debajo de la almohada
De mi abuela, los trenes y la nada.
Me probé maquillaje de payaso
Cuando sentí el fracaso de mi risa
Adolecí entre sombras, malos pasos
Y la parte caliente de la brisa.
Tal vez soñé morirme antes de tiempo
Ignorando el sentido de la vida
Agrediéndome siempre cuerpo a cuerpo
Regando mugre sobre mis heridas.
Rimé temprano fuera de la escuela
Mi nueva soledad manchaba en verso
Llene cuadernos de falsas promesas
Sobre mi amor, mi lucha y mi universo.
El bronce de las cuerdas le dio alas
A mi letra sedienta de sonrisas
A mi “ya no estar solo” de mentira
“mi final no traiciona”, porque avisa.
Escribí tanto ardor que ya no hay cura
Que remiende lo fino del pellejo
Y de tanto llamar a la locura
No se cual es mi lado del espejo.
Para morir (pongamos que he vivido)
Tengo tanta pasión que me devora
La muerte vive en todo lo que amamos
Hasta el grito final, de nuestra hora.
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